Esta semana, en la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que viene realizándose en Glasgow (Escocia), 100 países firmaron un compromiso para reducir en un 30 % las emisiones de gas metano de todo el planeta para el año 2030.
A tales efectos el foco estuvo puesto, sobre todo, en el sector energético y en la producción de combustibles fósiles.
Sin embargo se consideró que también se pueden hacer contribuciones importantes desde la actividad agropecuaria.
Al respecto, este jueves, el programa En Perspectiva, diálogo con Walter Baethgen, ingeniero agrónomo, doctor en ciencias ambientales, vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y director del Programa para América Latina y el Caribe del Instituto de Investigación para el Clima y la Sociedad de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
Baethgen comenzó explicando las diferencias del impacto de la emisión del gas metano con el principal protagonista del efecto invernadero, el dióxido de carbono (CO2).
Explicó que, “cuando uno estudia el potencial de calentamiento de cualquier gas, lo hace en referencia al CO2, que tiene un “potencial de calentamiento 1”.
En comparación, el metano tiene un potencial casi 30 veces mayor para calentar la atmósfera.
La diferencia radica en que mientras el CO2 tiene una “vida útil” de 1000 años —es decir, que queda en la atmósfera todo ese tiempo— el metano tiene una permanencia de entre 10 y 15 años.
“Hoy estamos sufriendo efectos de dióxido de carbono emitido a principios de la revolución industrial”, ilustró el experto.
Planteó que, en un escenario hipotético en el que se reduzcan a cero las emisiones de carbono se continuaría sufriendo la inercia de esa “vida útil tan larga”.
Por otro lado, en otro panorama ficticio donde se redujeran los valores de metano liberado a la atmósfera a un valor nulo, “inmediatamente” se enfriaría la temperatura global.
“No es como el dióxido de carbono que tengo que esperar esos cientos de años para que vaya bajando la cantidad en la atmósfera, en el metano rápidamente va disminuyendo, entonces, si uno logra bajar las emisiones netas de metano, va a tener un impacto en la temperatura del mundo inmediato”, sostuvo.
Baethgen consideró de “buena noticia” el cambio de perspectiva actual que abre el panorama enfocándose en la eliminación de la emisión de metano.
Hasta ahora la comunidad científica y política internacional, desde los años 70, estaba enfocada en la emisión de los clorofluorocarbonos (CFC), famosos por dañar la capa de ozono.
“La comunidad científica, yo creo que con gran acierto, dijo, lo fundamental es que bajemos el dióxido de carbono, pero inmediato y para tener un impacto inmediato, bajemos el metano”, dijo.
A pesar de eso, el vicepresidente del INIA sostuvo que su preocupación fue que, en países ganaderos eso se interpretara de forma tal de decir “lo que tenemos que hacer es eliminar a las vacas”.
“Es como si yo dijera, le voy a echar la culpa de una cantidad de cosas a los autos. Ahora, ¿de qué autos estamos hablando? ¿Estamos hablando de un auto que da cuatro kilómetros por litro? ¿de un hibrido que da 30 kilómetros por litro? ¿o de un eléctrico que no tiene ninguna emisión? Decir que la culpa la tienen los autos es totalmente irrelevante, no quiere decir nada. Decir que la culpa la tiene la producción ganadera es igual que decir que la culpa la tienen los autos”, ilustró.
“Hay en el mundo sistemas de producción tan distintos. Hay sistemas que llegan a un bosque tropical, pasa un bulldozer, lo prende fuego, liberan una cantidad de carbono que antes no estaba en la atmósfera, después plantan una pastura y producen carne. Eso, contrarrestado con lo que hay en las pampas, que son ecosistemas que hace por lo menos ocho millones de años que tienen herbívoros grandes pastando y que si uno los saca las pasturas se degradan”, ahondó el científico.
Baethgen sostuvo que el principal foco para la reducción de la emisión de metano tiene que ser en el área de la producción de combustibles fósiles.
“Reducir 30% las emisiones de metano hoy tiene costo negativo. O sea, las empresas de combustibles fósiles, gas natural y petróleo, sin contar carbón, sólo gas natural y petróleo, si logran parar las pérdidas de metano que hoy están tirando a la atmósfera y que para ellos es un desperdicio, en vez de vender ese gas como gas natural, lo están dejando escapar a la atmósfera.
“La excusa entre comillas que ponen esas empresas es que es muy difícil detectar las fugas, porque el metano es incoloro, inodoro”.
Aseguró que “esa excusa se acaba este año”, porque se van a lanzar satélites con instrumentos capaces de detectar pérdidas de metano a muy alta resolución, pudiendo realizar un seguimiento casi perfecto.
El Investigación comparó a China, uno de los países que rechazaron firmar el acuerdo realizado en la COP26, con Uruguay, y dijo que, para tener una idea del tamaño de emisión de metano de ambos países, hay que tener en cuenta que sólo la industria de las minas de carbón en el país asiático representa una liberación de ese gas 32 veces mayor a la emisión neta de todo nuestro país. “Entonces si realmente China, India, Rusia, no se sientan a negociar, a tomar acciones inmediatas, estaríamos en problemas”, aseguró.
Consultado sobre si no sería más real adaptar los números a la emisión per cápita, expresó: “El tema del calentamiento global y las emisiones de gas invernadero es un tema planetario, incluso si Uruguay tuviera 20 millones de personas y las emisiones fueran las mismas que tenemos hoy en terminos absolutos, lo que le importa al planeta es que estamos mandando 700 gigagramos de metano, no importa si son 3 por persona o 10 por persona”.
Afirmó que la respuesta, contrario al creer popular, no está en la ganadería.
“Es importante que la gente entienda que reducir metano, ese compromiso de reducir metano en un 30 % hoy no tiene nada que ver con ningún rumiante, hoy es claramente el mensaje es para los combustibles fósiles y las minas de carbón”.
El experto explicó que a diferencia de la ganadería en praderas y pasturas naturales, el impacto de las industrias fósiles radica en que pusieron en la atmósfera “carbono nuevo”.
“Sacó carbono que estaba enterrado por millones de años, que nunca estuvo en la atmósfera y lo empezó a inyectar. (…) Es un carbono que no estaba, un dióxido de carbono que no estaba, un metano que no estaba (…) entonces un equilibrio de carbono que había en el mundo por millones, centenares de miles de años se empieza a desequilibrar”.
“Hace ocho millones de años, hace cinco millones, hace diez mil años, en estas pampas habían herbívoros comiendo pasto”, dijo explicando que ese procesos se da de forma similar hasta el día de hoy, generando un ciclo en el que el carbono “es el mismo que esta dando vueltas”.
Baethgen profundizó además en los procesos por los cuales los animales rumiantes producen metano, como producto del consumo de fibra de celulosa que hay en el pasto y dijo que a mayor crecimiento de ese pasto de consumo, mayor cantidad de fibra en el alimento del ganado y por tanto, más metano. Es por esto que expresó que una de las formas que tiene el Uruguay —en las que, dijo, ya se está trabajando— es en la regulación y cuidado de las pasturas de consumo, para frenar que la vaca consuma pasto que le haga generar más metano.
Declaró además que: Uruguay es ejemplo en esto y debería mostrarse más para incentivar a seguir el método.
En definitiva, no se trata de buscar culpables donde no los hay. Hay sí que, llamar a cordura a los que miran para otro lado.
Un círculo vicioso, egoísta, que va mellando el planeta y que solo detendrá su daño, si los actores principales como primera señal, reconocen al menos que, como vamos no podemos seguir.