El 2 de octubre de 1968 ocurrió un hecho que marcó la historia del país, la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
El 2 de octubre vive en la memoria colectiva de los mexicanos.
Hace 53 años la Plaza de las Tres Culturas se tiñó de sangre cuando el ejercito asesino a estudiantes y a todo aquel que estuviera cerca.
Desde entonces, a excepción del 2020 por la pandemia de COVID-19, se marcha en memoria de los caídos.
Este hecho fue la culminación de delitos que podrían ser considerados contra la humanidad, perpetrados desde el gobierno de México en contra de los estudiantes a lo largo de ese año, caracterizados por las detenciones masivas, arbitrarias e ilegales que se realizaron durante este periodo, y por la planificación detallada y el alto grado de entrenamiento de las fuerzas represivas que participaron en los hechos.
La masacre fue cometida por el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia en contra de una manifestación pacífica.
La presencia de este batallón en el lugar de los hechos, fue negada inicialmente por el Presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) aludiendo que su función era custodiar las instalaciones para los Juegos Olímpicos de 1968.
Hoy se conoce la verdad gracias a diversas investigaciones, medios y testimonios.
Aquel día el ejercito y el Batallón Olimpia, identificados por portar un guante blanco, pusieron en marcha la “Operación Galeana” con el fin de detener a los miembros del Consejo Nacional de Huelga (CNH), órgano de dirección colegiado, creado el 2 de agosto de 1968 por miembros de las escuelas en huelga.
Los intentos de someter al CNH derivaron en la sangrienta represión al movimiento de protesta que por meses habían resistido y cuestionado las políticas y medidas sociales y económicas del Estado, reclamando democracia.
El movimiento estudiantil de 1968, también tuvo caracter social, ya que igual participaron profesores, obreros, amas de casa, sindicatos e intelectuales tanto de la Ciudad de México como del interior de la república.
Los terribles hechos opacaron la política oficial de promoción internacional de este país a través de la celebración de actividades deportivas, pues por primera vez en la historia, una ciudad Latinoamericana sería la encargada de organizar el acontecimiento más importante del mundo, los Juegos Olímpicos; en contraste, esa época ya es recordada como la matanza de Tlatelolco, del 2 de octubre de 1968.
Aquel día miles de personas de reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, a donde también arribó el ejército con el pretexto de vigilar la seguridad, ante el temor de cualquier disputa o riña.
Los miembros del Batallón Olimpia para no ser detectados vistieron de civiles y portaron un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda para identificarse.
Su objetivo fue infiltrarse en aquella manifestación y llegar al edificio Chihuahua, lugar donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas.
Ese día los estudiantes expusieron seis demandas, las cuales eran consecuencia de eventos violatorios de los derechos humanos por parte de la policía y las fuerzas armadas desde el inicio del movimiento estudiantil. Las demandas que se consensuaron y expusieron ese 2 de octubre fueron:
- Libertad de todos los presos políticos.
- Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.
- Desaparición del cuerpo de granaderos.
- Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.
- Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.
- Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.
Minutos antes de las seis de la tarde de ese día, el mitin estaba casi por finalizar cuando un helicóptero comenzó a sobrevolar la plaza.
Desde él se dispararon bengalas, siendo esta la señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia comenzaran a abrir fuego sobre la gente reunida: estudiantes, madre, hijos, profesores, obreros, etc.
En medio del caos, toda la población civil ahí reunida corrió por la Plaza de las Tres Culturas y las inmediaciones del edificio Chihuahua, tratando de protegerse.
Los manifestantes que lograron escapar del tiroteo se refugiaron en los departamentos de los edificios cercanos, pero esto no los salvó del ejército; sin orden judicial, los soldados irrumpieron en cada uno de los departamentos para capturar a los jóvenes que se habían ocultado de ellos.
El número oficial por la masacre ascendió a 30; en los hospitales se reportaron 53 heridos graves; se calculó que el número de detenidos en el Campo Militar Número Uno llegó a dos mil; sin embargo, con el paso de los años, diversos testimonios, acceso a archivos y expedientes sobre aquel movimiento, las cifras demostraron ser otras.
El reporte de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del pasado difundido en 2006, mencionó que no es posible dar una cifra exacta, aunque su informe consignó alrededor de 350 muertos.
Por su parte, el 27 de noviembre de 2001, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dirigió al entonces presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Vicente Fox Quesada, la Recomendación 26/2001, a efecto de que su Gobierno asumiera el compromiso ético y político de orientar el desempeño institucional en el marco del respeto a los Derechos Humanos, el cual reconoce y garantiza el orden jurídico mexicano, y evitara por todos los medios legales que sucesos como los ocurridos desde fines de la década de 1960 hasta principios de la década de 1980 puedan repetirse.
Con la consumación de esta matanza, el Estado Mexicano realizó graves violaciones a los derechos humanos de la población, como los siguinetes:
- Derecho a la vida
- Derecho a la libre expresión
- Derecho a la seguridad jurídica
- Derecho a la libertad
- Derecho a la legalidad
- Derecho a la procuración de justicia de los agraviados y sus familias
- Derechos a la integridad personal
- Derechos a la protección contra la detención arbitraria
En 2018, el titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Jaime Rochín, precisó que la CEAV se había reunido con víctimas de la masacre de 68 y ex dirigentes estudiantiles en busca de la reparación del daño y una disculpa pública por parte del Gobierno Federal.
Hoy en día, la frase “¡2 de octubre no se olvida!” es un grito en contra de la impunidad, el olvido y la amnesia colectiva. Así, lejos de perder vigencia al repetirse año tras año, se ha convertido en un gran símbolo del impacto ejemplar que tuvo en México el movimiento estudiantil de 1968.
Con información de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.