A más de un año de las presidenciales de 2024, una investigación revela cómo el sistema electoral venezolano sigue bajo sospecha. Testimonios, datos y fuentes oficiales destapan un panorama donde la esperanza y la desconfianza convive

La historia electoral de Venezuela está llena de silencios incómodos y verdades a medias. Más de un año después de las presidenciales de 2024, las promesas de renovación democrática conviven con denuncias, vacíos legales y una confianza ciudadana erosionada. Esta no es solo una crónica de lo ocurrido, sino una investigación que sigue las huellas de un proceso que dejó más dudas que certezas.
“Ese día sentí que estaba votando por un futuro distinto… pero al final, todo siguió igual”, cuenta Mariana Pérez, vecina de Barquisimeto, mientras muestra el comprobante de voto que aún guarda en su cartera. No lo enseña como prueba de participación, sino como recordatorio de una ilusión rota»
Un árbitro cuestionado
El Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue siendo el epicentro de la controversia. Documentos revisados por esta investigación muestran que, durante el proceso de 2024, las modificaciones al Reglamento General de la Ley Orgánica de Procesos Electorales se hicieron en lapsos que violaron estándares internacionales, algo que fue advertido en informes de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea y de Transparencia Electoral Internacional.
“En Venezuela no basta con contar los votos; hay que contar con la confianza de la gente, y eso no lo hemos recuperado”, afirma el politólogo Luis Alberto Méndez, quien ha seguido de cerca la composición y funcionamiento del CNE desde 2010.
A ello se suman restricciones documentadas por el Observatorio Electoral Venezolano (OEV), que reportó trabas para la acreditación de observadores independientes y limitaciones al acceso a centros de totalización.
Promesas en pausa
El discurso oficial tras las elecciones de 2024 fue claro: se iniciaba “una nueva etapa política y económica”. Sin embargo, un año después, la investigación revela que más del 60% de esos compromisos siguen sin ejecutarse, según el Informe de Seguimiento Electoral 2025 de Acceso a la Justicia.
“Las promesas de reforma electoral y apertura política siguen en el papel”, comenta la periodista Claudia Romero, quien ha cubierto cuatro procesos presidenciales desde 2006 y asegura que el patrón de incumplimiento “es sistemático, no casual”.
Entre esperanza y resignación
El pulso ciudadano es contradictorio. Un sondeo del Instituto Delphos (julio 2025) señala que un 47% de los consultados sigue considerando el voto como una herramienta necesaria “aunque no cambie todo”, mientras que un 38% lo califica de inútil bajo las actuales condiciones.
“Yo sigo votando, porque es la forma que tengo de decir lo que pienso… aunque no me escuchen”, dice José León, profesor de historia en Maracaibo, consciente de que su decisión se mueve entre la fe y el escepticismo.
Urnas bajo sombra: la mirada venezolana a más de un año de las presidenciales de 2024

