El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha anunciado este lunes que su Gobierno enviará ayuda a Turquía y Siria tras el terremoto registrado cerca de la frontera entre ambos países, que ha dejado cerca de 1.800 muertos, a pesar de que Israel y Siria no mantienen relaciones diplomáticas.
“En línea con una petición del Gobierno turco, he ordenado el envío de equipos de búsqueda y rescate y equipos médicos”, ha dicho, antes de agregar que Israel ha recibido también una petición “para hacer esto para los muchos heridos por el terremoto en Siria”, sin especificar quién ha presentado la solicitud, según ha informado el diario ‘The Times of Israel’.
Según la cadena de televisión israelí Channel 13, la petición a Israel para que envíe ayuda a Siria ha llegado de parte de Rusia, que apoya militarmente al presidente sirio, Bashar al Assad, en el marco de la guerra desatada en 2011. Por el momento, ni Damasco ni Moscú se han pronunciado sobre este extremo.
Horas antes, el presidente ruso, Vladimir Putin, había trasladado sus “profundas condolencias” a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, y a Al Assad por la “gran pérdida de vidas y masiva destrucción causadas por el potente terremoto”, al tiempo que mostró la disposición de prestar ayuda a ambos países.
Por su parte, el ministro de Exteriores de Israel, Eli Cohen, quien ha mostrado su “profundo pesar” por el “grave terremoto”. “Nuestros corazones están con las víctimas y deseamos a los heridos una rápida recuperación. He ordenado al Ministerio de Exteriores de Israel que encabece un programa de ayuda rápida a Turquía para hacer frente a este grave desastre”, dijo, mientras que el titular de la cartera de Defensa israelí, Yoav Gallant, dio orden al Ejército “prepararse para dar ayuda de emergencia”.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha confirmado que más de mil personas han muerto y más de 5.300 han resultado heridas. Además, las autoridades sirias han confirmado cerca de 400 muertos y cerca de 1.300 heridos en las zonas bajo su control, mientras que 380 personas han muerto y más de mil han resultado heridas en las zonas controladas por los rebeldes en las provincias de Idlib y Alepo, en el noroeste del país árabe, según ha indicado la Defensa Civil de Siria, conocidos como ‘cascos blancos’.