Por: Andrea Monasterios
El viento helado puede ser intimidante, pero para ingresar a las aguas calientes de las Termas de Polques hay que enfrentar el frío del altiplano a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Jonathan Muraña se apura en sacarse la ropa y entra en la pequeña piscina al aire libre que hay en ese complejo turístico, ubicado en el suroeste de Potosí casi en la frontera con Chile. Mientras se relaja en el agua muestra a María, su sobrina de unos 10 años de edad, los volcanes inactivos en el horizonte y, al fondo, la laguna Salada con aguas de tonos verdes vibrantes, donde los flamencos pasan su día.
“Ni tu mamá conoce aquí. Todo esto es parte de la Nación Lípez”, le dice Jonathan. Está orgulloso de mostrarle algunos de los sitios que forman parte del territorio, donde tiene origen su cultura indígena: Lípez, la que habita por estas tierras antes de que la colonia española llegara y la que aún no es reconocida en la Constitución Política del Estado (CPE) boliviano.
Es una mañana de agosto de 2023 y María está fascinada. Esta es su primera visita a este lugar, que se encuentra a unas 10 horas de distancia del Salar de Uyuni, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Bolivia. Este salar alberga uno de los yacimientos de litio más grandes y codiciados del mundo, ofreciendo la promesa de generar millones de dólares para el país.
Amanecer en el geiser “Sol de mañana” en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa. Foto: Andrea Monasterios
El territorio de la Nación Lípez abarca 58.008 kilómetros cuadrados, ocupando las provincias Nor y Sud Lípez, Daniel Campos y Baldiviezo del departamento boliviano de Potosí y rebalsa un poco hacia Atacama en Chile y Jujuy en Argentina. En Bolivia, además del salar de Uyuni, tiene como uno de sus principales ecosistemas la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa, donde se encuentran estas termas; los Geisers Sol de Mañana, la Laguna Colorada, entre otras maravillas que parecen sacadas de un sueño.
Luego de las aguas termales, Jonathan conduce una vagoneta 4×4 por los largos y accidentados caminos rumbo al municipio de Colcha K. A medida que señala los lugares emblemáticos y apunta a las llamas libres pastando cerca de los ríos, habla de la riqueza mineral de su territorio. Él cree que si se aprovechara dicha riqueza se podría obtener mucho dinero. Por ello, cree que es buena idea explotar el litio del salar.
Llamas pastando al lado de un río de aguas cristalinas en la ruta de la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa. Foto: Andrea Monasterios.
Probablemente Jonathan sea uno de los pocos dentro de los Lípez que habla sin tapujos sobre el tema. Muchos de sus paisanos prefieren no hacerlo, porque tienen miedo de expresarse a favor o en contra de la explotación del litio, que inició en 2008 y que se espera tome vuelo el próximo año de la mano de la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).
Él, como muchos, está a favor, pero es consciente de que el agua del territorio corre riesgo y además desconfía de las empresas estatales. “No es hacer como sea”, dice. Para que eso no suceda, él y el resto de los Lípez apuestan en participar activamente en lo que se haga o no con el litio. Y es que ellos están acostumbrados a tomar las decisiones en su territorio.
El historiador autodidacta lipeño Edmundo Nina Coria explica –con copias de documentos oficiales de la colonia en las manos, como prueba– que, en 1592, las autoridades de los Lípez se presentaron ante el virrey Francisco de Toledo, a quien anunciaron su deseo de autogobernarse para no ser parte de la mita. A cambio de ello, le dieron una suma importante de oro y plata, por lo que el virrey aceptó la delimitación que había en su territorio, marcada con mojones (señal clavada en el suelo que marcar el límite de una propiedad) del periodo Inca. Es decir, que ellos compraron su territorio.
El sueño: la nación
A lo largo de su historia, los Lípez siempre buscaron reconocimiento, por eso demandaron tres tierras comunitarias de origen (TCO), mecanismo que les otorga la propiedad colectiva y uso de su territorio ancestral: de Enrique Baldivieso, Sud Lípez y Nor Lípez. Precisamente donde recorremos con Jhonatan pertenece a esta última, la cual fue reconocida por el Estado en 2011, después de 12 años de lucha.
Según mapas de 1789 –que se conservan en el Archivo General de Indias, en Sevilla, España–, en su territorio estaba todo el salar de Uyuni, pero el Estado boliviano no reconoció esa parte de su demanda, por eso en la titulación de la TCO Nor Lípez quedó excluido y la titulación solo fue de 1.059.275 hectáreas. El justificativo fue que desde 1986 el salar fue declarado como reserva fiscal y, luego, en 2013, fue establecido como polígono independiente, vía Ley 339; es decir, no pertenece a ningún municipio. Por ello, solo una parte pequeña del salar está en su territorio, tal como se ve en el mapa de la TCO.
Partidos de la Provincia de Potosí Carta geográfica 1787. Fuente: Proceso de reconstitución de la identidad cultural en la región de Lípez Potosí – Bolivia , de Wilber R. Maygua.
Por ese motivo, por ejemplo, en el tema del litio, Colcha K, el municipio donde se encuentra el sur del salar, y llamado la “capital del litio”, no recibe las regalías del 15% que todo municipio percibe cuando en sus límites se realiza una actividad extractiva.
El cacique de Mallku Villamar, Lucas Ramos, piensa que fue un error aceptar que el Estado deje afuera el salar de esta TCO, pues si no fuera así, ellos tuvieran tuición sobre este lugar. Pero, además, la autoridad indígena reclama que no solo no tienen voz en relación a lo que ocurre dentro del salar, sino tampoco a lo que pasa dentro de lo que está en la TCO Nor Lípez, donde tiene base la planta piloto Llipi y donde se construye la Planta Industrial de Carbonato Litio.
“Sería más factible que vayamos coordinando entre las empresas y la comunidad, para tomar nuevas decisiones y saber ¿cómo vamos a trabajar?” El cacique sabe que todo esto es muy crítico para ellos, “nos sentimos discriminados”, sentencia.
Otra limitación que tienen los Lípez es que, pese a que ellos cuentan con documentos que evidencian su origen previo a la colonia española, en la Constitución Política del Estado de 2009 no están reconocidos como una cultura o nación, pues ésta solo reconoce a 36 naciones.
El excacique de la Nación Qhara Qhara y conocedor de estos temas, Samuel Flores, explica que el dato del número de naciones originarias en la CPE es incorrecto, porque existen muchas más de las mencionadas en el artículo 2 y 31. Resalta que muchas más culturas deberían estar reconocidas porque tienen cosmovisión, identidad cultural y, sobre todo, territorio definido antes de la colonia, como es el caso de los Lípez.
“En la Asamblea Constituyente no se permitió otra representación indígena que no acompañase a un partido político, así muchos quedamos por fuera”, explica.
Esta situación fue reclamada en distintos momentos, por ello, muchos de los ayllus (forma tradicional de agrupar a comunidades originarias en la región andina) y jatun ayllus (agrupación de ayllus) de tierras altas marcharon en distintas ocasiones, una de ellas en la marcha del TIPNIS en 2011, reclamando, entre otros puntos, ser reconocidos como naciones.
Asimismo, los lipeños desde 2011, se están reorganizando para demandar oficialmente ser reconocidos por el Estado como la Nación Lípez.
El litio, el objeto del deseo
Jonathan hace relevo en la conducción con su hermano mayor, Edson, quien dirige una agencia de turismo. Él tiene como misión personal dar a conocer a quienes visitan su territorio a la Nación Lípez ya que antes de emprender como guía de turismo era Sullka Cacique de Colcha K. Él sabe que el potencial del salar es atractivo.
De acuerdo con información del presidente Luis Arce, Bolivia contaría con 23 millones de toneladas (t) de litio, de los cuales 21 millones estarían en el salar de Uyuni. Con la explotación de este mineral, el Gobierno del MAS espera que sea el nuevo eje económico para el desarrollo del país.
El gobierno boliviano optó por la tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL) para extraer este mineral de manera “más sostenible” y para ello firmó convenios con la empresa china CATL BRUNP & CMOC (CBC). El fin de esta industria es producir baterías eléctricas, principalmente para exportación, y así contribuir a una transición energética, que quiere pasar de los hidrocarburos a las energías renovables.
Sin embargo, a los comunarios de alrededor del salar les preocupa el impacto ambiental de la extracción del litio, del cual no hay datos concisos. En un análisis para este reportaje de las últimas tres memorias de YLB disponibles, se encontró solo una mínima mención sobre cómo se afectará, por ejemplo, a la situación hídrica de la zona, enfocándose en los residuos de las plantas. Hasta la fecha, las evaluaciones de impacto ambiental de los proyectos de litio no son públicas.
El cacique de Mallku Villamar, Lucas Ramos y otras autoridades indígenas protestan que el Estado no haya hecho una consulta previa, libre e informada, establecida en la CPE y en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
Edson recuerda que una vez, el personal de la planta de Llipi llegó a solicitar agua a Colcha K, pero los habitantes les dijeron que ellos usaban ese recurso. Ante esa negativa, los funcionarios les respondieron que si no les dan el agua, ya que el salar de Uyuni es un polígono independiente, ellos harían perforaciones para encontrar los bolsones de agua subterránea, lo que afectaría que el recurso llegue a su territorio. Se sintieron amenazados y el temor por su futuro se fue incrementando.
Este medio solicitó, mediante carta, información al Ministerio de Energía y YLB sobre el agua y medio ambiente; proceso de consulta y participación; medidas de protección y mitigación ambiental; plan de monitoreo de impactos; comunicación completa y precisa; participación en beneficios económicos; y capacitación y empleo de la nación Lípez, pero pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
Ojo de agua en el Salar de Uyuni. Foto: Andrea Monasterios.
El deseo: ser parte de la industria
Unos días antes, se llevó a cabo un evento organizado por el Centro de Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés, en el que investigadores fueron a dar una charla informativa sobre el litio, en el pequeño auditorio de la alcaldía de Colcha K. Hasta allí llegaron más de 50 autoridades originarias de toda la nación Lípez en búsqueda de respuestas sobre la nueva tecnología EDL. Edson fue uno de los primeros en llegar para salir de dudas.
Evento realizado en Colcha K en agosto de 2023 en el que investigadores difundieron información sobre el litio. Foto: Andrea Monasterios
¿Qué está funcionando ahora? ¿Cómo va a funcionar la nueva tecnología? ¿Qué pasará con el agua? Esas son algunas de las incógnitas que tenían las personas asistentes, incluso quienes ya están hartas del tema como una señora que vendía a la vuelta de la alcaldía. “¿Por qué todos hablan del litio? ¿por qué es lo único que les interesa?”, renegaba en la mañana de ese día.
Esa clase de encuentros son los únicos en que los comunarios pueden preguntar sobre lo que ocurre, porque el gobierno boliviano no les ha proporcionado de primera mano y de forma inextensa, de acuerdo con las autoridades originarias entrevistadas. Es más, mucha de la información brindada en el seminario fue con base a las experiencias de la explotación en Chile, ya que los mismos investigadores tampoco tienen acceso a datos de la explotación, que debería ser pública, pero que en Bolivia se mantiene como un secreto.
De las memorias de YLB de 2019 – 2021 que se revisaron para este texto, solo en la última se habla de socialización; en la página 56 dice que fueron a “Calcha K” , sin explicar cómo se hizo ni quienes participaron.
Ante esta poca información e involucramiento, el lipeño Florencio Ramos Calcina presentó un proyecto de ley ante la Cámara de Diputados de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, el 20 de agosto de 2022. En éste se propone que en el directorio de YLB participen cuatro representantes de los lípez, que el epicentro de toma de decisiones sea Colcha K, y hace un largo listado de artículos y leyes nacionales e internacionales que respaldan su pedido de participación. Hasta el momento, este proyecto no fue tratado en las comisiones como explicó a este medio la diputada Daly Santamaría de Comunidad Ciudadana.
https://youtu.be/jVVmcaj0Tbk
El temor: el agua
En el encuentro, el agua fue el tema que más interesó a los lipeños, incluso mientras en el auditorio se daban explicaciones, afuera las personas expresaban su preocupación. “Ya no hay cosecha. El año pasado había poca y ahora no sabemos bien si va a llover”, dijo preocupada Benigna Reyes, quien teme por las siguientes generaciones.
“Yo no sé por qué, pero se siente cada vez más la falta de agua”, afirmó la comunaria Faby Mayorga. Ella duda de las promesas de YLB, ya que con la experiencia de la minera privada San Cristóbal –que explota zinc, plomo y plata en su capacidad máxima desde 2009– sabe que hay muchos compromisos que no se cumplen.
El esplendor del salar de Uyuni en época seca. Foto: Andrea Monasterios
En Bolivia el método evaporítico funciona muy por debajo de su capacidad y es muy cuestionado debido a que se necesitan grandes cantidades de agua que de por sí es poca para la región.
Por ello, y otros motivos, el Gobierno ahora proyecta la EDL, que ya no necesitaría las piscinas características que suelen ilustrar notas periodísticas que hablen del tema, sino que podría haber una “reinserción” del agua, es decir, que sacarán el líquido para extraer el litio y luego lo devolverán al salar.
El investigador del Centro de Investigación e Información de Bolivia (CEDIB), Gonzalo Mondaca, explica que ese método puede dejar inutilizable el agua de la región, ya que el agua salada se mezclaría con el agua dulce, porque ambas se encuentran una sobre otra.
A pesar de que la EDL se vende como una tecnología que no consume tanta agua, conlleva un proceso que puede gastar entre 50.000 a 400.000 litros de agua dulce por tonelada de carbonato de litio, paradójicamente más que con el método evaporítico, explica Manuel Olivera, docente investigador del CIDES, a partir de la experiencia en el salar de Atacama.
ENTREVISTA EN AUDIO CON OLIVERA
La preocupación por el agua es un común denominador entre todos. Ya con la crisis climática la situación es desesperante. Un mes después de esta visita, se declarará en Potosí una de las sequías más graves de su historia, tanto así que bandadas de llamas que solían pastorear libres por el campo murieron de sed.
Los Lípez no quieren ser los siguientes en morir, y saben que su permanencia como pueblo indígena corre riesgo. Los hermanos Jonathan y Edson concuerdan en que, si no hay agua, por más que haya plata, no les quedará otra que migrar a la ciudad, y si la idea es crecer con el desarrollo que prometen los proyectos de litio, el temor les empuja a pensar que más bien ese desarrollo los expulsará de su territorio ancestral.
Entrevista con Manuel Olivera Andrade, docente investigador del CIDES en el posgrado de ciencias del desarrollo.
*Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina y Periodistas por el Planeta.