Amarga, áspera y dura, la hoja de coca que se mastica en Bolivia como un energizante natural ahora viene molida y con sabor a frutas. Una iniciativa mudó la textura y el gusto milenario de la estigmatizada planta de los Andes sudamericanos.
Hace una década, la hoja machucada y saborizada de coca era apenas un experimento. Sin embargo, los bolivianos paladearon la nueva receta y en la actualidad la coca saborizada es el producto estrella de decenas de pequeñas empresas de las ciudades de Santa Cruz y La Paz principalmente.
El tradicional acullico se transforma, no solo se mastica, ahora se empieza a consumir la coca machucada que contiene bicarbonato y diferentes sabores a chicle, maracuyá, cedrón y otros. En Santa Cruz tiene gran acogida y se extiende por La Paz, Cochabamba y Oruro.
Los clientes que compran la coca machucada saborizada son jóvenes, obreros, taxistas, trasportistas, amas de casa y el público en general.
Las bolsas están hechas para todo estatus social, son hojas escogidas, no se machuca las hojas dañadas y los precios oscilan entre 5 a 50 Bolivianos.
El “pijcheo”, “boleo”, “coqueo” o “mambeado” de coca consiste en mascar sin tragar la hoja picada como si fuera una bola grande de chicle. Se cree que ayuda a quitar el hambre, quita el estrés y da más fuerza, da más valor para trabajar.
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