El uruguayo Sebastián Marset está acusado de manejar la logística del tráfico de cocaína por la Hidrovía; logró huir con su esposa y sus tres hijos cuando, con un megaoperativo policial, lo fueron a buscar a la mansión en la que residía, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
A pesar de todo el armamento y del mini ejército que lo custodiaba, lo llamativo de la historia de este narcotraficante millonario es que jugaba de manera profesional al fútbol en Bolivia, como lo había hecho en Paraguay. Y su participación en los equipos la garantizaba el dinero que aportaba.
Según medios bolivianos, Marset formaba parte del club Los Leones El Torno, una entidad que participa de la Liga de Santa Cruz y que él mismo administraba. Sus partidos se transmitían por redes sociales y de ahí es que empezaron a circular en las últimas horas algunas de sus jugadas.
Usaba la camiseta número 23 y llevaba el nombre “Luis”, ya que se hacía pasar por un tal Luis Amorim, de identidad brasileña, como lo indica el relator de los partidos.
Entre sus antecedentes en el fútbol destaca su paso, en el 2021, por el Deportivo Capiatá, un club fundado en el 2008 y que llegó a estar en la primera división profesional en Paraguay.
Además de futbolista, en Paraguay Marset era empresario, productor de eventos, e incluso músico. Todo esto, aparentemente, para ocultar el verdadero origen de sus bienes.
El narco uruguayo tiene vínculos en Bolivia con el clan Lima Lobo, que está sospechado de ser uno de los operadores de la avioneta que se accidentó en Chaco hace dos semanas, donde se secuestraron 357 kilos de cocaína.
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FUENTE: LA NACIÓN