Se trataría del planeta 8 Ursae Minoris b que órbita una estrella a unos 530 años luz. Esta estrella es una gigante roja hinchada, por lo que estaría muriendo. Es de esperar que una estrella de tales características se expanda más allá de la órbita del planeta cercano, para retroceder a su actual tamaño, gigante todavía.
Es bien sabido que estrellas similares al Sol, cuando se acercan al final de sus vidas, empiezan a perder combustible. Comienzan a expandirse a su máximo tamaño, convirtiéndose en gigantes rojas, para finalmente morir. De ser así la estrella del planeta 8 Ursae Minoris b habría crecido desde su centro hasta 0,7 unidades astronómicas, es decir, aproximadamente tres cuartos de la distancia entre la Tierra y el Sol.
Según se entiende, la estrella ha debido tragar y destrozar todo planeta cercano a ella. Pero es de hacer notar que el planeta se mantiene en una órbita estable y circular. Así informa la NASA. El hallazgo de un planeta imposible se basó en mediciones realizadas con el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS), registrando la complejidad de los procesos de formación y destrucción de mundos.
8 Ursae Minoris b, planeta imposible
8 Ursae Minoris b, es un exoplaneta gigante gaseoso de más o menos 0,5 unidades astronómicas. Con una masa de 1,31, tarda 93, 4 días en completar su órbita a una estrella tipo k. Fue visto por primera vez en el 2015. Luego de su primer avistamiento se ha convertido en un misterio para los científicos. Es un planeta sobreviviente que no debería existir.
El astrofísico Dimitri Veras de la Universidad de Warwick, quien ayudó al investigador principal Marc Hon de la Universidad de Hawái, explica: “No se había descubierto antes ningún sistema planetario como este. Este es el primero, que es bastante especial”. Los hallazgos fueron publicados en la revista científica Nature.
La clave de su salvación
Para tratar de responder las incógnitas alrededor del planeta imposible los investigadores plantean dos posibles escenarios. El primero de ellos empieza con dos estrellas parecidas a nuestro sol. Ambas en órbitas cercanas entre sí, el planeta orbitando ambas (sistema binario). Una de las estrellas evoluciona más rápido que la otra, inclusive pasando por su etapa de enana roja. Pierde sus capas externas y se convierte en una enana blanca. La otra estrella evoluciona más lentamente y apenas se encuentra en su etapa de gigante roja. Ambas chocan entre sí, evitando con ello que la gigante roja se expanda y arrase con el planeta en órbita.
En el segundo escenario, una violeta fusión de las dos estrellas, produce el polvo y el gas necesario para formar un disco alrededor de la enana roja. Este disco protoplanetario, se convierte en el alimento principal para la formación de un nuevo planeta que órbita una estrella moribunda.