Para trasladar las propuestas de las grandes casas de diseño, las marcas reconocidas de ropa han implementado el fast fashion, con el objetivo de llegarle al público y que a su vez estos lleven sus prendas por un precio asequible. No obstante, el precio ambiental por practicar esta tendencia es muy alto.
Vestir bien es algo que se ha convertido en una tendencia con el pasar de los años, puesto que para muchos el usar prendas de vestir de marcas exclusivas es realmente importante, ya que genera cierta aceptación en su grupo social.
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Sin embargo, el adquirir estas prendas resulta un poco costoso para la mayoría de las personas, y para facilitar esto, algunas marcas de ropa reconocidas han recurrido al término de fast fashion para que sus compradores estén a la moda sin gastar un cantidad exhorbitante de dinero.
¿Qué es fast fashion?
Es un concepto usado por minoristas de la moda para trasladar las propuestas de las grandes casas de diseño, desde las pasarelas a sus tiendas para generar atracción lo más rapido posible. Se trata de una estrategia para recrear las tendencias presentadas en Fashion Week, manufacturando prendas muy rápido y para que se asequible al público. Las marcas más famosas que trabajan bajo este término son: Zara, Forever 21, Asos, Primark, C&A, Topshop, entre otras. Estas han desarrollado un modelo de producción llamado respuesta rápida, la cual se implementó en Estados Unidos en la década de los 90, y se desarrolló con el objetivo de optimizar los tiempos de producción.
Esta tendencia genera factores negativos dentro de algunos ámbitos, los cuales son:
Afectaciones al medio ambiente
De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) la industría textil es la responsable del desperdicio del 20 % del agua, siendo la segunda industria más contaminante de todo el mundo, debido a que el sector del vestido usa 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año (una cantidad suficiente para satisfacer la necesidad de 5 millones de personas), además, para la producción de unos jeans se requieren 75.000 litros de agua.
Asimismo, los datos de la UNCTAD indican que cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo equivalente a 3 millones de barriles de petróleo.
También, el rubro del vestido produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que esto tiene en el cambio climático y el calentamiento global.
Adicionalmente, para la elaboración de una prenda se necesita de algodón, pesticidas y grandes cantidades de agua. Cabe destacar que para la producción de un 1 kilo de algodón se requieren 10.000 litros de agua.
Explotación laboral
Esta tendencia ha explotado a los trabajadores de paises como Tailandia, Bangladesh, India, entre otros, esto se da porque la mano de obra es más barata en estos lugares.
La mayoría de estos empleados, trabajan sin ningún tipo de prestación social, laboran más de 10 horas díarias los siete días de la semana por menos de 2 dólares.
El lugar en donde realizan la elaboración de las prendas son infraestucturas débiles e inhóspitas. En el año 2013, en la capital de Bangladesh, Daca, un edificio, llamado Rana Plaza colapsó; el derrumbe causó la muerte de 1.127 personas y más de 2.000 heridos.
Las condiciones en las que se encontraban las personas de ese edificio eran las peores, trabajaban 12 horas diarias, los siete días de la semana, con una remuneración económica de 38 dólares mensuales. Dentro de ese edificio se encontraban las marcas de ropa Fade and Glory, de Walmart, Joe Fresh y Benetton.
Adicionalmente, la cadena de noticias CBC News realizó un documental llamado Made in Bangladesh, en el que explica lo sucedido en esta castatrofe.