Donde hubo un enorme lago, ahora hay un secarral. La catástrofe climática se ha materializado en pleno altiplano boliviano. El lago Poopó fue el segundo mayor de Bolivia después del Titicaca.
Un bote en el lago Poopó seco (Foto: BBC Mundo)
Cambio climático, el fenómeno El Niño y la extracción masiva y sin control de agua para la agricultura, la industria y la minería han conseguido acabar con el Poopó, en el departamento de Oruro, que fue el segundo gran lago de Bolivia.
Se perdieron 200 especies, murieron miles de peces, las aves migratorias cambiaron de ruta y los pobladores se fueron. Sucedió a la vista de todos.
Pocos rastros quedan de la actividad pesquera de la que vivía la comunidad Uru, conocidos como la “gente del agua”.
Apenas quedan unos seiscientos miembros de la comunidad Uru, etnia con una historia milenaria en Bolivia Perú y Chile. Los Muratos, una subetnia, estaban asentados junto al Poopó y vivían de él. Han emigrado y ahora solo resisten aquí siete familias, a 3.700 metros sobre el nivel del mar sin medios de subsistencia.
El Lago Poopó seco (Video: Gentileza Euronews)
A mediados de los años 80 el lago llegó a abarcar tres mil quinientos kilómetros cuadrados, más del doble de la ciudad de Londres. Ahora sólo quedan tres parches húmedos que suman 1 kilómetro cuadrado de 30 centímetros de profundidad.
Pero desde hace ocho años de aquel lago solo quedan charcos rodeados por un enorme desierto y acaso algún bote de juncos sobre el suelo agrietado donde un día flotó.
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