El flagelo del Covid parece retroceder en el mundo y estar controlado.
Razón fundamental el sistema de vacunación implantado por las naciones.
A pesar de que el contagio persiste, los casos de internaciones y cuidados intensivos han disminuido notoriamente.
Pero, cómo siempre hay un pero, un estudio de la Universidad Médica de Kaohsiung (Taiwán) ha observado un fenómeno alarmante.
Si bien no pone en grave riesgo la salud de los afectados, altera sensiblemente su vida cotidiana.
Estos científicos han hallado una relación entre las vacunas contra la covid y el síndrome de la OAB (‘overactive bladder’) o vejiga hiperactiva.
Este sindrome produce una urgencia y necesidad muy frecuente de orinar.
La revista ‘Journal of Clinical Medicine’ dió cuenta de esta investigación.
La misma contó con 889 participantes vacunados con AstraZeneca, Pfizer y Moderna.
Los resultados determinaron que un 13,4% sufrieron deterioro de los síntomas de tracto urinario inferior y experimentaron la mencionada urgencia urinaria.
Además se detectaron episodios abundantes de incontinencia y también urgencia urinaria durante el sueño.
Este síndrome conocido como OAB, por sus siglas en inglés (‘overactive bladder’), es una patologia por la cual la vejiga adquiere un comportamiento hiperactivo.
Consiste en una afección urológica marcada por la urgencia repentina de orinar. En algunos casos, los pacientes también experimentan un aumento en la frecuencia, fuga o nocturia, es decir la necesidad de orinar durante las horas de sueño, interrumpiendo el descanso.
Además, los afectados por una vejiga hiperactiva suelen sufrir otros trastornos
Estos pueden ir desde episodios de ansiedad, insomnio, trastornos sexuales y depresión.
Según el estudio, aquellos que ya la padecían antes de la vacunación experimentaron grandes alteraciones en la frecuencia urinaria pos vacunas.
En consecuencia, los expertos taiwaneses recomiendan un seguimiento médico cercano tras la vacunación para valorar las mencionadas alteraciones en los pacientes que ya sufrían algún tipo de trastornos urinarios o la propia OAB.
Aunque los científicos más auspiciosos declaraban que las vacunas no tenían efectos secundarios, hay que considerar que siempre cupo la posibilidad de encontrarnos con alguna anomalía a razón de la poca experimentación que hubo al momento de suministrar las vacunas.